ARGENTINA La miseria de los medios  Durante estos meses el periodismo hegemónico tuvo un rol de complicidad con la desaparición de Santiago Maldonado. Salvo excepciones, fue un festín del asco y la miseria. No importó la ética: importó la primicia para saciar intereses corporativos e ideológicos. La eficacia para desviar la investigación y ocultar la responsabilidad del Estado no hubiera sido triunfal sin la sofisticada artillería mediática y la mano de los trolls.
Apenas Sergio Maldonado reconoció el cuerpo de su hermano en la puerta de la morgue judicial, la escritora Selva Almada escribió en su Facebook: “´La interna mapuche. Los mapuches de buena voluntad y los otros. La desvergüenza de los medios. Ahora que hay un cuerpo y se confirmó que es el de Santiago Maldonado, hay que encajárselo a los mapuches como sea. El estado argentino es responsable. La mayor parte del periodismo argentino es un asco”.
Las palabras de la autora de notables libros como “Ladrilleros” y “El viento que arrasa” no son casuales y apuntan al corazón de lo siniestro: el rol protagónico y cómplice del periodismo hegemónico. Nunca hay que generalizar, pero la excepción a la regla es difícil de encontrar: Hugo Alconada Mon, en La Nación, ha sido uno de los pocos que investigó con lucidez y entereza. El resto fue un festín del asco y la miseria. La línea editorial de Clarín, del diario citado y de otros peces gordos, construyó una cotidiana puesta en escena de la ignominia con canallas televisivos y radiales del estilo de Eduardo Feinman, Jorge Lanata, Alfredo Leuco e hijo, Baby Etchecopar y Nicolás Wiñazki, que el mismo día que apareció el cuerpo dijo en un video, desde los pasillos de Radio Mitre, que era Santiago Maldonado, cuando la familia y el juez Gustavo Lleral pedían cautela y respeto. No importa la ética: importa la primicia para saciar intereses corporativos e ideológicos, el éxito a cualquier costo, la figuración del estrellazgo ególatra a costa de crueldad y carroña.
Por Juan Manuel Mannarino
Martes, 24 de octubre de 2017
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