Política Nacional Caputo reconoció que no tiene margen para seguir ajustando y está en duda la meta fiscal con el FMI  Con la caída de la recaudación, la demanda de las provincias y la exigencia del campo, alcanzar un superávit del 2,2% del PBI, se perfila difícil.
El ministro Toto Caputo admitió que ya no tiene margen para seguir ajustando. Lo dijo en el preciso momento que tiene dos frentes abiertos que le exigen abrir la billetera: los gobernadores, que después de la sanción del Presupuesto reclamarán los fondos retenidos, y el campo, que presiona por una nueva versión del dólar soja.
"Venimos a bajar impuestos, la forma de conseguir el mayor superávit para bajar impuestos ya no pasa por el ajuste fiscal, porque ya hemos hecho la mayor parte. Hoy pasa por dos cosas: que la economía crezca y que haya más formalidad. Cada cuatro puntos que la economía crece, recuperamos un punto de recaudación. Si logramos crecer y tener un mayor superávit, mayor será la posibilidad de devolverle a la gente con la baja de impuestos", afirmó este martes, al anunciar una leve baja de las retenciones, en la búsqueda de los dólares que le faltan para pagar el vencimiento de USD 4.500 millones de enero.
En los primeros diez meses del año, el superávit primario acumuló 1,4% del PBI, alineado con la meta pactada con el FMI. Pero puertas adentro reconocen que ya no hay mucho más por ajustar.
El gasto público cayó más de 32% interanual, y lo que queda por recortar son subsidios. El resto son partidas rígidas: seguridad social con formula de actualización autmática representa más del 70% del gasto total.
Las provincias reclaman casi un punto del PBI por transferencias no giradas durante los dos años de gestión Milei, tal como contó LPO.Tras la aprobación del Presupuesto, los gobernadores se preparan para una nueva ronda de tensión con la Casa Rosada. En total, los gobernadores perdieron 0,87 puntos del PBI en recursos que les corresponden por ley.
El otro frente de Caputo es el agro. La rebaja de retenciones anunciada este martes, de entre 1 y 2 puntos, fue más un gesto político que una medida con impacto real. Sirvió para tentar a los productores a vender algo del stock guardado en silobolsas y compensar la liquidación del trigo, que se da en plena temporada alta con precios en baja. La tonelada pasó de 180 dólares a 160 y hoy ronda los 170.
Pero la verdadera pulseada será con la soja, en la cosecha gruesa. Los exportadores ya avisaron que pedirán una reedición del "dólar soja", creado por Massa y continuado por este gobierno. Su costo fiscal se estima en 0,35% del PBI. Un lujo difícil de pagar con las cuentas como están.
La recaudación no acompaña. El gran problema es la recesión. En noviembre, la recaudación cayó 8,7% en términos reales y acumuló su cuarto mes consecutivo de baja. La explicación es directa: menos actividad, menos impuestos. Es la contracara de una economía que apenas evita la recesión técnica gracias al empuje de la intermediación financiera y una intervención a mano alzada de Marco Lavagna que corrigió los indicadores del nivel de actividad.
En ese contexto, Caputo reconoció que el camino del ajuste está agotado. El ministro calcula que cada cuatro puntos de crecimiento del PBI aportan un punto adicional de recaudación. Y que si la economía creciera 6% anual durante seis años, el Gobierno podría devolver 500.000 millones de dólares al sector privado vía baja de impuestos. El problema es que sus cuentas cierran con una economía creciendo al 6%.
Con esta declaración, en medio de la caída de la recaudación y un nivel de actividad que no muestra indicios de recuperación, el objetivo oficial de alcanzar un superávit primario del 2,2% del PBI en 2026, exigiría recortar el gasto en otro 0,9% del producto, equivalente al 69% del superávit de 2025. Una meta bien difícil.
Miércoles, 10 de diciembre de 2025
|