POR ALBERTO RUIZ DÍAZ Las pistas que dejó el cadáver. “Me tiraron con un muerto”, dijo Colombi  La muerte de González Moreno fue tal vez la mayor de significación política de los últimos años; sin embargo su investigación tuvo una instrucción deficiente.
Hace seis años murió Hernán González Moreno, el hombre pantalla de la ex “Agencia Corrientes” nacida para la intermediación entre el gobernador Colombi (Arturo) y la jauría de aduladores que viven de la publicidad oficial, que en su efímera duración consumió un presupuesto público millonario. El caso es que en la madrugada del viernes 2 de octubre de 2009 el cadáver fue encontrado por los que llegaron antes que la Policía. El informador público José Luis Zampa fue uno de los primeros en llegar, “lo encontramos acurrucado en la butaca del conductor de su Toyota... se disparó una bala después de bajar todos los cristales del vehículo en medio de la inmensidad de un palmar, rodeado por la helada”. Ese relato fue difundido desde la ex Agencia Corrientes a las 9.12 y profusamente comentado por varios medios del país. La Policía en su informe lo describió como “sentado sobre el asiento del conductor... con el tórax y la cabeza inclinados hacia adelante y a la izquierda sobre el panel de la puerta delantera izquierda, con los brazos en aducción y hacia la izquierda, con las piernas en flexión hacia adelante”, vale decir: acurrucado.
Varios presentes coincidieron en que el cadáver, no obstante hallarse cubierto dejaba ver una postura no acurrucada sino más bien estirada, lo que hacía suponer una muerte de no mucho tiempo. Sin embargo, en los pasillos judiciales se decía que el médico forense ubicó el momento de la muerte en la medianoche del 1 de octubre, lo que es a priori contradictorio con la aparente falta de rigidez cadavérica, al menos en la posición que el cuerpo habría mantenido por más de seis horas (según el forense) expuesto al frío de la madrugada, ya que el auto tenía las 4 puertas con sus cristales bajos y en esas condiciones tendría que haber estado “endurecido” en postura de acurrucado. Ese conjunto de circunstancias, en sí no prueba nada pero habilita dudas pues, en lo tocante a la rigidez tras la muerte (rigor mortis) la experiencia forense es determinante. A su vez, si bien el celular de HGM había dejado de contestar llamadas desde esa medianoche, se sabe que entre los efectos hallados en su auto había una botella de whisky medio vacía y que la ingestión de alcohol fue verificada en la autopsia. Por eso es válido preguntarse si esa medianoche, después de un día agitado y media botella de whisky, dejó de contestar llamadas porque se murió o porque se quedó dormido y se murió más tarde.
La hora de una muerte dudosa no es un tema menor. Hay un ejemplo actual. La controversia por ese detalle en la investigación de la muerte del fiscal Nisman, nueve meses después aún subsiste habiendo cruzado a los peritos forenses e incluso a una facción judicial del fuero federal con el Ministerio Público, lo que pone en perspectiva a este asunto. Según la experiencia criminalística hay tres incógnitas clave a dilucidar en una muerte dudosa: la causa, el lugar y el momento. La importancia de este último es que a partir de la determinación de la data se pueden centrar las investigaciones policiales y aceptar o descartar una coartada, que es el argumento de inculpabilidad de una persona, por hallarse en otro lugar en el momento de un crimen.
El jueves 1 de octubre de 2009 González Moreno desapareció de la vista de sus allegados en pleno cierre de campaña para el balotaje del domingo. A la noche su paradero ya era un misterio y había inquietud en familiares y allegados por la versión de un crimen por encargo. Nadie del ámbito político decía saber dónde estaba. A las 22.30 de esa noche el perdido HGM recibió un mensaje del Gobernador, desde un celular cuyo número terminaba en 1735, el cual no figuraba en su agenda. Cinco minutos después, a las 22.35, mantuvo una conversación que duró 13 minutos y 53 segundos con el mandatario, quien después de esa comunicación envió rastreadores a buscarlo.
El juez, que llegó al lugar a las seis y media de la mañana se perdió de tomar declaraciones y pruebas irreproducibles de los primeros momentos posteriores a la muerte, como así también vigilar la observancia de otras prácticas como ser las exploraciones y mediciones cadavéricas indicadas por los protocolos forenses a efectos de establecer científicamente la hora en base a temperaturas corporales, reacción de la pupila con la luz, etc. Por su parte, un médico capaz de decir que una muerte se produjo a la medianoche, o sea seis horas y pico atrás, a ojo, puede ser que tenga razón, aunque le faltaría precisar cuánto es el “más o menos” de su ojímetro, porque así, si la muerte fue a la medianoche del jueves, también se admite que pudo ser a la una, o a las dos, o a las dos y media de la madrugada del viernes. Este ejercicio de suposiciones sería una pérdida de tiempo si las circunstancias de la muerte hubiesen sido naturales o si se tratara de una persona que murió en su cama después de una enfermedad, pero en este caso no es indistinto que HGM haya muerto en la medianoche o en la madrugada, en primer lugar porque a cierta hora del viernes ya había mucha gente buscándolo (o encontrándolo, que no es lo mismo). De hecho, algunos rastreadores lo encontraron antes que la Policía.
Las circunstancias no sólo no fueron “naturales” sino que HGM tuvo vínculos con personajes de la elite política y era la mano derecha o el cajero de varios; incluso en sede judicial hay indicio de que el finado tenía la llave de la mismísima caja fuerte. La noche del 30 de septiembre de 2009 HGM, estuvo de visita en el domicilio de Rodolfo Martínez Llano, donde cenaban el intendente de Santo Tomé Carlos Farizano y el vicegobernador Rubén Pruyas. El jueves 1 de octubre, en su último almuerzo, estuvo con la presidenta de la Cámara de Diputados de Corrientes, Josefina Meabe de Mathó y un diputado recién electo, alternado en el Hotel de Turismo con un empresario de Rosario, el abogado Marcos Van Rafelghen (del estudio Cúneo Libarona) y el encuestador o servicio paraguayo Francisco Capli o Calpi. El almuerzo de varias personas lo pagó él (según un ticket manchado con sangre que apareció entre sus efectos). A las 15.30 del jueves estuvo con el gobernador en la residencia de la Costanera; 72 horas antes del balotaje que definiría el futuro de buena parte de esos vínculos. Vale decir que la de González Moreno fue la muerte de tal vez mayor significación política de los últimos años; sin embargo su investigación tuvo una instrucción deficiente en varios detalles.
Tampoco puede pasar desapercibido lo que publicó sobre Hernán González Moreno el diario La Nación el sábado 3 de octubre de 2009. “Había denunciado en la Justicia a Ricardo Colombi por la presunta adquisición de propiedades a través de testaferros, una presentación auspiciada por el mediático abogado Mariano Cúneo Libarona. Poco después dijo que lo habían amenazado con matar a sus hijos”. A seis años de esta historia, el juez que investiga la muerte de HGM es Carlos Antonio Balestra, de Goya.
Fuente: Nortecorrientes
Martes, 6 de octubre de 2015
|